jueves, 21 de febrero de 2013

La propaganda de Balay. ¿El compromiso de una gran empresa con su gente?




http://larevueltadelasneuronas.com/2013/01/27/el-compromiso-de-una-gran-empresa-con-su-gente/

La guerra es la paz, la libertad la esclavitud, la ignorancia es la fuerza. Los conocidos lemas de la novela 1984 de George Orwell cobran en el siglo XXI mucha más fuerza que en aquel ya lejano 1984 ¿Cuánta gente al ver el anuncio de Balay se habrá emocionado, o se habrá creído el relato que allí nos muestran? Hay que ser muy ignorante o muy imbécil para realmente pensar que Balay o cualquier otra multinacional “tienen un compromiso con nuestra gente y contigo”El anuncio nos muestra a un antiguo trabajador  de Balay, ahora jubilado, que vuelve a la fábrica acompañado por una de las hijas de un antiguo jefe o compañero suyo. En un intento de apelar a ese imaginario de toda una generación que pasó la mayor parte de su vida en el mismo trabajo, Luis, el protagonista, recuerda como Balay para él, es como su segunda casa. Normal, después de pasarse 8 horas al día haciendo los mismos movimientos en el mismo puesto de la cadena de montaje, le pasa como al padre de la película Recursos humanos, que puede acabar no sabiendo hacer otra cosa, no pensando más allá de la tarea estupidizante que realiza. Como en la fábrica de alfileres que Adam Smith pone de ejemplo, la división del trabajo embrutece y anula a la personas sumergiéndolas en el tedio. Más de uno puede pensar que es una locura criticar ese modo de vida ahora casi extinguido, teniendo en cuenta como está la situación del paro y el trabajo a día de hoy. No lo acepto, eso es un chantaje que no tiene fin y es un discurso que parte de las élites beneficiarias de la miseria ajena. Mañana a uno le acusarán de privilegiado por recibir un cuenco de avena tras recibir latigazos. Como decía aquel anarquista italiano, Errico Malatesta, “los que no trabajan y no han trabajado nunca hablan siempre en nombre del trabajo”
Las anécdotas que cuenta en el anuncio, el recuerdo sobre cómo funcionaba todo por aquel entonces, el mote de un antiguo compañero –¡rayito!-, son ejemplos bien estudiados que vienen a representar todo un compendio de lugares comunes tan expandidos como vacíos, buscando que mucha gente se identifique con la dulce nostalgia y el pasado perdido. Según este anuncio, en Balay no han existido clases, ni jerarquía, ni explotación, ni ningún rasgo que pueda delimitar una línea divisoria entre los que fabrican las lavadoras y los que extraen plusvalor de su trabajo. Balay es ante todo una gran familia donde cada uno cumple su función con orgullo y maestría, arrimando juntos el hombro por una causa aparentemente común. Esta insistencia de la inmersión emocional es la clara apuesta por integrar al trabajo dentro de una nueva comunidad empresarial aparentemente sensible con las personas. Cuando el objeto de lo que se hace, cuando los fines para lo que se hace y cuando el impacto que tiene sobre las personas que lo hacen, está totalmente decidido por instancias ajenas a quien realiza las tareas, no puede existir autonomía y por lo tanto tampoco una comunidad de semejantes –hómoioi-.
El hecho de que en la actualidad se le pueda preguntar y consultar al trabajador sobre cómo hacer las cosas, no significa para nada que puedan influir sobre el objetivo del para qué se hacen tales cosas. Por no hablar de la inexistencia de democracia económica. Las causas productivas es lo único que importa, lo que provoca que Balay en 2009 presentara un ERE de 46 días a toda la plantilla de Aragón; unos 1578 trabajadores y trabajadoras. Es lo que hay puede uno decir, no queda otra. Pero que en ocasiones no quede otra por falta de fuerza, no significa que tengamos que aceptar la lógica según la cual, todos vamos en el mismo barco pero los que más reman son los que menos se llevan y los primeros en caerse del barco cuando sale una gotera. Las causas productivas es una forma de incluir dentro de un elemento pintado de objetivo, “causas”, lo que de verdad importa: niveles de beneficios repartidos entre unos pocos, entre el 1%, que en 2010 se elevaron a 74 millones de euros después de impuestos. Esto sucedía en 2009, pero en noviembre de 2011, el 90% de la plantilla decide acudir a huelga contra la vulneración por parte de la empresa del convenio colectivo y contra su propuesta de fijar una doble escala salarial para las nuevas contrataciones que implica una rebaja del 15% del salario para nuevos empleados. Es así como mantienen un compromiso con la gente y contigo. 
La paradoja de nuestro mundo cultural actual, ya sea en la empresa de software más avanzada o en la cadena de montaje de Balay, es que mientras se sigue la estrategia de humanizar las relaciones laborales, llegando al punto de ubicar el logo de una marca como un signo biográfico positivo en las vidas de la gente, al mismo tiempo, esa misma empresa hace todo lo posible por vaciar al trabajo de toda seguridad, garantía y capacidad de organización colectiva para romper cualquier resistencia posible. “Sed libres. Emancipaos de las cadenas de las conquistas sociales” dice la viñeta de El Roto y no anda muy desencaminado: la empresa-comunidad busca militantes convencidos por la causa pero que se abstengan de cualquier seguridad colectiva que pueda entorpecer el desarrollo de sus capacidades personales, principal recurso para ser contratado en el modelo donde todos somos nuestros propios empresarios. Es por nuestro bien, no por sus ganancias.
El capitalismo hace suyos recursos, discursos e imaginarios que se encuentran en las antípodas de su origen y su objetivo excluyente con la única motivación de generar beneficios. Mercantilizar la humanidad, sus recuerdos, sueños y esperanzas para optimizar la producción, no significan que todo vaya a ir mejor para todos, sino que mientras todo va peor se asume con una sonrisa, con fármacos, coaching, autoayuda, suicidándose, frustrándose en una espiral inacabable de precariedad, o de incertidumbre, o de ambas. Nuestras sociedades deben dar el valiente paso de abandonar el lugar que ocupa el trabajo como algo que se tiene o no se tiene, para empezar a valorar algo que se hace o no se hace. Como en Blade Runner, nos quieren convertir en replicantes que desconocen que lo son. Sujetos al miedo siempre seremos esclavos.

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